
Y las calles de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en sus calles. Zacarías 8:5 LBLA
Una manera de proteger la vida emocional de los niños, especialmente los varones es reconocer que suelen ser activos y necesitan que les facilitemos en muchas ocasiones lugares y momentos donde puedan expresarse.
Recuerdo que alguna vez le pregunté a mi hijo qué era lo que más le gustaba de la escuela cuando asistía. Sin dudarlo me dijo que el tiempo del receso y la hora del almuerzo 😅
Y no es de extrañar. Es en esos momentos cuando la mayoría de los niños que asisten a una escuela tradicional pueden tener un poco de espacio para brincar, correr, trepar.
Sin embargo, suelen ser cortos o pocos esos momentos. Aún en el hogar. Especialmente si alguno de los padres está obsesionado con la limpieza y el orden no sólo de la casa sino de los mismos niños.
La organización de la sociedad tampoco ayuda mucho. La mayoría de los lugares públicos a los que asistimos suelen ser muy poco amigables para los niños y adolescentes.
Esta necesidad de tener espacios para el juego libre es enorme y no sólo cuando los niños son pequeños sino también hasta la adolescencia. Y hablo aquí de juego libre NO dirigido por adultos, que no es lo mismo que llevar a nuestro hijo a su clase de fútbol -donde de nuevo hay adultos organizando y mandando a los niños-.
Ya los niños y adolescentes tienen un montón de adultos diciéndoles que hacer, cómo y por cuánto tiempo durante la mayoría de sus días.
Cuántos de nuestros niños y adolescentes tienen hoy a libertad para jugar, poner a prueba sus capacidades físicas y no sentirse avergonzados, controlados o ser medicados?
Hoy te invito a preguntarte: qué puedo hacer para que mi hijo tenga acceso a lugares donde pueda expresar su fisicalidad y JUEGUE, JUEGUE, JUEGUE?
Porque ésta es también una manera de proteger su vida emocional.
Eucharisteo,
Tania 🙂